Globos en el cielo.

 

Algo muy triste que nos sucede a la mayoría de los adultos, es que dejamos de ser niños. Por razones más que obvias, ese pequeñín que fuimos hace unos treinta y pico de años, se pierde con las preocupaciones y obligaciones que se van "adquiriendo" al crecer. 

Tampoco digo que seamos unos Chabelos ya cuarentones jugando con Hot Wheels, aunque la idea no suena tan mal. Lo que sí digo es que no permitamos que el personaje cascarrabias de nuestra vejez tome control de nuestra vida.

Hoy recordé una serie de acontecimientos que durante mi infancia me hicieron soñar al máximo y me inspiraron a escribir estas líneas. Justo estaba lavando los platos (¿ Recuerdan eso de las obligaciones ?) cuando por la ventana vi pasar un avión. Inmediatamente regresé a mi niñez, para ser más exactos, a las vacaciones.

Hace algunos años, en esta época ya mencionada, por las mañanas se veían en el cielo varios globos aerostáticos con el logotipo de marcas de toda índole. El globo de Nivea fue el que más se grabó en mi mente. Corría gritando de un lado a otro de la casa, buscando lo que fuera que pudiera poner para asomarme a las ventanas y ver este espectáculo aéreo. Era una fiesta en las nubes. Muchos colores sobresalían del azul cielo de fondo y alegraban mis mañanas durante el tiempo en que se perdían en el horizonte.

Lo único que hacía era asomarme por la ventana e imaginar toda clase de cosas :  ¿ Quién pilotea esos globos ?, ¿ Hasta dónde irán ? ¿ Cómo me puedo subir en ellos ?. La imaginación era y es la clave de todo. Es mucho mejor tener bastante imaginación a ser muy inteligente. 

Volviendo al tema de la adultez, es precisamente en esta etapa cuando dejamos de imaginar cosas. Cuando permitimos que nuestro niño interior se quede encerrado. Repito, no quiero incentivar a que dejen de lado sus responsabilidades y se pongan a jugar con sus G.I.JOE, que de ser así mañana tendría una interminable queja de sus esposas. 

Lo que sí les pido, es que no dejemos que la cotidianidad de nuestra vida y este "encierro" ganen la lucha contra todo lo que alguna vez soñamos y deseamos. Sonriamos a la vida, sigamos teniendo destellos de ese niño que se atrevía a pensar que podía llegar al espacio metido en una caja de cartón. El alma se alimenta de sonrisas y su vida se prolonga por medio de recuerdos que a su vez nos dan energía para seguir adelante.

Volvamos a ver esa fiesta en el cielo, o cualesquiera que sean sus recuerdos que les dibujen una sonrisa en su rostro. Dense un espacio al día para recordar los momentos que no precisamente se han ido, sino que poco a poco gracias a la vida adulta, se van olvidando. 

Yo de mi parte seguiré viendo globos en el cielo, hasta que pueda viajar en uno de ellos.


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